Teresa

Me sorprende comprobar como, en ciertas cosas, mi hermana demuestra gran madurez ante ciertos aspectos de la vida concretos, madurez que yo no tuve ni por asomo con su edad, ni mucho más mayor que ella.
Por un lado me alegra pensar que ella es más inteligente y racional de lo que yo fui, porque imagino que así se sentirá algo menos tonta de lo que yo me he sentido muchas veces.
Pero por otro lado da pena pensar que desde tan pequeña tenga ciertas cosas claras, que descubra que su mejor amiga no lo es tanto, que se dé cuenta de que ni el bueno es tan bueno, ni el malo es tan malo.
Por eso, mientras me contaba sus batallitas del colegio (que si fulanito copia a sotanito, que si menganita le dijo nosequé, que si fulanita miente a sus padres, etc), con una indignación notable en su tono de voz, no pude evitar que una gran sonrisa apareciera, borrando así mi cara de amargada previa.
Mira que es coñazo, egoísta y peleona, pero cuando se pone tiene una jartá de gracia la mocosilla.