ilusión.
(Del lat. illusĭo, -ōnis).
1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.
2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.
3. f. Viva complacencia en una persona, una cosa, una tarea, etc.
4. f. Ret. Ironía viva y picante.
Para ser sincera, hacía tiempo que nada me ilusionaba [tanto] como mi posible viaje a Londres, una escasa pero, de buen seguro, fructífera semana en la que yo visitaría lugares varios que ya tenía pensado. Iría al British Museum, donde vería mármoles del Partenón, momias egipcias (para quien no lo sepa, adoro la cultura egipcia) y antigüedades varias romanas y griegas. Tenía también especial interés en visitar el Victoria and Albert Museum y el National Portrait Gallery, donde admiraría la maravillosa galería de fotografía que guarda las mejores fotos del siglo XIX, XX y XXI (para quien no lo sepa, adoro la fotografía). También tenía muchas ganas de ver el Theatre Museum, donde aprendería todo lo que quisiera relacionado con el ballet, la danza, el teatro y la música.
Cuando me apeteciera tomar el sol habría ido al Kensington Gardens; me habría perdido por los jardines de rosas de Regent's Park y habría visitado su zoo; amén de haberme parado un rato a observar la maravillosa vista del Támesis desde Richmond Park.
Una mañana cualquiera me habría pasado por el Palacio de Buckingham y a las 11:30 de la mañana habría sido testigo de una de las ceremonias más famosas de Londres: el cambio de guardia. Además, habría tenido mucha suerte porque sólo lo hacen desde Abril a Julio.
Me habría acercado a la parada de metro que lleva mi nombre, Victoria, y le habría hecho una foto.
Cuando echara de menos el mercadillo de mi ciudad (que se coloca rigurosamente todos los martes cerca de la playa, desde hace años) iría a Portobello Road (sí, el de 'La Bruja Novata', donde se vende y se compra hasta el sol, que decía la canción) o al mercadillo Camden.
Pero hace ya unos días me quitaron la ilusión de ir a Londres, porque el cursillo que tiene que dar mi tía al final lo iban a movilizar a una ciudad cerca de Southampton, llamada Arundel.
Cuando me dieron la noticia me dio mucha pena, porque Arundel es una ciudad pequeña y con muchos menos lugares de interés turístico que Londres, sobre todo para una persona que iba a pasarse sola la mayoría del tiempo. Después de pensarlo unos días visité la web y pensé "¡Qué cojones! ¡Por lo menos salgo de esta maldita ciudad y veo mundo! Y además (me consolaba), seguro que algún día podemos irnos Maite y yo a Londres en tren. Definitivamente, ¡me voy a Arundel!"
Ya con una mentalidad más positiva le mandé un mensaje a mi tía, diciéndole que comprase los billetes (cuando antes se compran menos caros salen), que me lo había pensado y que la acompañaría a Arundel con mucho gusto y mucha ilusión.
Cinco minutos después suena el teléfono en mi casa y me dice mi madre que lo siente mucho, pero que por motivos varios se aconseja a los del cursillo que no lleven acompañantes, ya que se necesitará prácticamente de la disponibilidad total de los que lo cursan. En definitiva, que al final no voy ni a Londres ni a Arundel, ni salgo de éste puto aburrido pueblo.
... y sin poder evitarlo sigo echándole la culpa de todas éstas desilusiones (y otras tantas de mi pasado reciente) a él.
2 acusaciones:
Las cosas a veces no salen las cosas como uno quieren y de repente vienen imprevistos que no tienen nada que ver contigo y te quitan las ilusiones de cuajo. Solo digo que intentes superarte ante la adversidad y mostrar animo y ilusión nuevamente, pq por mas palos que te da la vida, siempre habrá un momento para ser feliz y recuperar la ilusion. Yo al menos pienso así, aunque es dificil hacerlo y muchas veces caigo en las sombras, metaforicamente hablando.
Solo eso, ánimo, ya tendrás alguna ocasión de ir.
Gracias.
Espero tener más oportunidades y no tener que esperar a casarme o a jubilarme, jeje.
Publicar un comentario