Vio su barco encallar en tantos puertos
que en su mirada hallé los siete mares.
Anduvo y desandó tantos lugares
que quise andar las sendas de sus besos.
Yo me rendí a la sombra del viajero
como al árbol se rinde el caminante.
Me enrolé a su colchón de tripulante,
y zarpé de su mano rumbo al cielo.
Y en una habitación sin una dirección,
recorriendo la piel de sur a norte
viajamos sin rumbo.
La luna en la ventana,
como un polizón,
ve a dos viajeros dar la vuelta al mundo.
Una caricia me llevó a la Habana,
y de Cuba a Estambul fui sin visado.
En Lisboa me vi cantando un fado que sonó
desde Córcega a Triana.
A Venecia llegué con sus pasiones,
en París nos llovió la vida entera,
y en la Tacita de Plata sacó de su chistera
un tango de la Plaza de las Flores.
Y aquella habitación no tuvo dimensión,
de oriente hasta occidente,
fuimos recorriendo mil paisajes.
La luna atada al cielo,
como un polizón,
vio nuestros cuerpos libres de equipaje.
Yo quise despertar junto al viajero,
y al ver mi almohada ahogué toda esperanza.
El trotamundos sigue sus andanzas
y cada día parte a un pueblo nuevo.
Desde entonces lo espero en mi ventana,
y aún viaja cada noche en mi recuerdo.
Y aunque sé que es mentira,
fuerzo el sueño de verlo aparecer una mañana.
Y aquella habitación que al mundo nos lanzó
hoy es un asfixiante mar de dudas
por el que navego.
La luna fiel vigía,
como un polizón,
ve cómo cada noche yo lo espero...
20 noviembre 2007
El Viajero (Pasión Vega)
Confesado por Eámanë a las 10:26 p. m.
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